Pedro Juan Caballero - 26 de April de 2024 |
Tras la nueva Constitución de 1992, los sucesivos gobiernos de Juan Carlos Wasmosy, Luis González Macchi, Nicanor Duarte Frutos y Fernando Lugo instalaron un nuevo fiscal general para que cumpla la delicada función que le corresponde y, de acuerdo a la sabia secuencia, de hacer coincidir tal designación con la segunda etapa de gestión de sucesivos gobiernos.
El canibalismo político que se apoderó del Senado ya hace un par de años, autor de episodios lamentables como el intento de dejar al Poder Ejecutivo sin presupuesto este año, ahora emprende un nuevo plan: lograr que Horacio Cartes sea el primer presidente constitucional de la República del Paraguay que no inaugure un período de mandato de la máxima autoridad del Ministerio Público, lo cual, institucional y políticamente, es un hecho que no deja lugar a dudas de la aviesa mala intención y el oscuro propósito destructivo de los legisladores.
Es más repudiable aún en tanto un ex presidente de la República, Fernando Lugo, es hoy presidente de este cuerpo legislativo, lo cual llevaría a pensar que tendría algún atisbo de idea sobre la representación de estos actos, ubicados en sucesivos períodos para resguardar el equilibrio de las instituciones de la República.
Una primera cuestión es, por tanto, hacer un llamado a los ciudadanos para defender principios y valores democráticos y evitar que este obstruccionismo pernicioso dañe más a la nación. El Senado debe ser algo más que un agujero donde se conspira 24 horas contra el Poder Ejecutivo. Hay temas, como la salud, la educación, el empleo, que merecen también su tiempo. Lamentablemente lo único que recoge la prensa de las declaraciones de estos polémicos opositores son solo ataques y más ataques a la figura presidencial.
La segunda cuestión tiene relación con el nivel de la persona escogida para ocupar tal responsabilidad. Jamás, en toda la historia de esta institución, desde su potenciamiento con el nuevo marco jurídico, una designación generó cero cuestionamientos. Es tremendamente paradójico, pero se está rechazando a una designada por el Ejecutivo, como lo es Sandra Quiñónez, sin que exista desde la sociedad civil, desde el gremio judicial y desde la propia prensa cuestionamiento alguno al trabajo de esta abogada, hoy fiscala de la Unidad Antisecuestro.
Esto lleva a pensar una vez más en la bajeza moral y ética de los obstruccionistas. No existiendo cuestionamientos hacia la capacidad para el desempeño del cargo; entonces, ¿qué es lo que se cuestiona? No habrá más que silencio en la respuesta, porque en realidad el único "pecado" de Sandra Quiñónez es el ser propuesta por Horacio Cartes, presidente al que buscan boicotear por todos los costados dentro de la más sostenida campaña de persecución desde el Congreso que se recuerde en gobierno alguno en toda la transición.
La sociedad civil tiene que expresarse contra este intento grosero del Senado porque estará privando a la Fiscalía General del Estado de la tarea de una responsable institucional de cuya seriedad no quedan dudas y de cuya firmeza tampoco. Es más. Es probable que esta firmeza de Sandra Quiñónez para combatir a la delincuencia y a los delincuentes, al secuestro, los secuestradores y sus cómplices, sea el verdadero motivo por el cual hoy temen designarla; posiblemente su probidad y mano firme contra la ilegalidad genera temor de quienes tienen cadáveres en el ropero y basura de corrupción bajo la alfombra de la impunidad y hoy con visitar a algún miembro de la Corte y/o designar a parientes en sus listas consiguen que la Justicia olvide sus pecados.
Ellos temen a Sandra Quiñónez.